Blanca Andrés Miguel, 1º Bach.
Los
pasados días 21, 22 y 23 de octubre tuvo lugar en España una huelga estudiantil
convocada por el Sindicato de Estudiantes debido a la ya
aprobada ley de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa).
El
principal objetivo de esta ley es mejorar los resultados de la prueba académica
PISA. Ahora bien, ¿es esta la finalidad de doce años de preparación? ¿Se enseña
por el mero hecho de conseguir unos buenos resultados en ese examen? Aún a
riesgo de que la educación se convierta
en una simple preparación para superar pruebas académicas, el ministro Wert y nuestro
actual gobierno decidieron que sí que era necesario.
Esta ley, para las comunidades que tienen bilingüismo
como Galicia, País Vasco, la Comunidad Valenciana o Cataluña, supondría la
pérdida de esas lenguas cooficiales ya que pasarán a ser asignaturas
opcionales.
Este hecho
condenará a las lenguas propias al olvido, y dentro de unos años, si se
continúa manteniendo esta ley, habrá poca gente que sepa y tenga ganas de
hablarlas.
Para más
inri, nuestra tan querida ley, sólo considerará educación básica a los cursos
de primaria, secundaria y FP básica. Esto implicaría dejar a la educación
infantil y el bachillerato fuera de esta y pasando a ser impartidas de forma privada.
¿Deberíamos
pagar porque nos enseñen? ¿Deberíamos pagar por un derecho nuestro a ser
instruidos?
Si se
sigue recortado en educación, al igual que en sanidad, el futuro está abocado
al fracaso. Es necesaria una buena preparación educativa para que en los años
venideros se pueda partir de una base.
El único
propósito de los recortes en educación parece ser convertir a la población en seres ignorantes y sin
criterio, convertirlos en simples votos que pueden comprar con sus lavados de
cerebro, alias mítines.
Lo único
que ahora mismo estamos en posición de hacer es salir a las calles a
manifestarnos, y dentro de poco ya no podremos hacer ni eso. Puesto que somos
nosotros quines tenemos el poder, nosotros
elegimos, y deberemos ser nosotros quienes abramos los ojos en un mundo de
somnolencia colectiva y empecemos a pensar qué queremos y cómo debemos
conseguirlo.
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